Es el seno familiar es donde ellos, a través del aprendizaje y de la observación de las conductas de los adultos, se van capacitando para vivir en la sociedad y para afrontar de forma adecuada las nuevas situaciones que se les presentaran a lo largo de la vida, situaciones a las que no será ajena, con toda seguridad, la disponibilidad de drogas.

De ahí la consideración de la familia como un agente activo fundamental en los programas de prevención y/o tratamiento de las adicciones.

Una realidad se impone cuando abordamos un trastorno por dependencia a las drogas: la de que el contexto de referencia del paciente, normalmente la familia, se encuentra involucrada en la misma. La forma en que cada familia participa en el problema es diversa, pero al mismo tiempo que se pueden identificar patrones de comportamiento de los miembros de la familia que ayudan a que se mantenga el problema, también se encuentra en ella el germen del cambio, la posibilidad de “cura”.

Cuando los terapeutas nos acercamos al problema de la dependencia de sustancias, apreciamos un sufrimiento directamente relacionado y producido por la conducta del drogodependiente o alcohólico sobre los demás miembros del grupo familiar.

Cuando la droga enferma a una persona, no solo destruye a ella sino también corroe todo su entorno familiar. Por éstas razones, más que validas, es que nuestro programa de tratamiento aborda esta problemática también en el entorno familiar. El objetivo que perseguimos a través del trabajo terapéutico con las familias es el de brindar soporte y ayuda a los familiares de los pacientes, dando pautas y orientación básicas para hacer frente a situaciones problemáticas y de crisis.